viernes, 31 de agosto de 2012

DIGNIDAD

Isabel Sepúlveda 31 Ago. 12 ¿Debió o no haber tomado posesión Alonso Lujambio como senador de la República? Si ser persona implica la dignidad de serlo, la forma de sobrellevar una enfermedad muestra la fortaleza psicológica y espiritual de quien la sufre. Mantener el ánimo optimista y perseverar en los tratamientos médicos, por más estrictos que sean, ayuda a vencer las dificultades para recuperar la salud. Desde esta perspectiva, la actitud del académico, ex consejero del IFAI y ex Secretario de Educación, es admirable. Sin embargo, hay opiniones contrarias que argumentan la imposibilidad de Lujambio para realizar su trabajo con la calidad requerida, a la vez que sospechan de una estrategia de sus compañeros y jefes políticos para garantizarle las inmejorables prestaciones económicas y atención médica de primer nivel, nacional e internacional, de la que gozan los legisladores federales, y asegurar además a su familia el considerable beneficio económico que incluye el paso por el Poder Legislativo. De ahí el mayor cuestionamiento que se hace a este asunto: si para la mayoría de la población los servicios de salud son deficientes y los costos de médicos y medicinas son carísimos, sobre todo en enfermedades graves o crónicas, ¿por qué se privilegia a un funcionario público de esa manera? Pero Lujambio puede ser un símbolo de abuso del poder político o ejemplo de una persona con la dignidad suficiente para luchar por seguir en la vida de manera útil, a pesar de su grave enfermedad. Depende de la perspectiva con que abordemos el asunto. Puede haber razón en las anteriores críticas, pero también es cierto que la mayoría de los diputados y senadores recién estrenados en sus puestos, al igual que los anteriores, no tienen ni capacidad para ejercer el puesto ni la menor intención de cumplir con los objetivos de representar a los ciudadanos y a los Estados del País para mejorar la calidad de vida de los mexicanos. Están ahí porque se portaron bien con los jefes de su partido político y porque los anteriores legisladores han hecho todo para continuar en una partidocracia, en vez de dar el paso a una democracia más madura. Gran parte de los nuevos integrantes del Poder Legislativo federal se han desempeñado con anterioridad, una o varias veces, como diputados locales, federales, senadores, o Alcaldes de sus lugares de origen. Pero no lo han hecho de manera continua gracias a un proceso de reelección otorgado por los habitantes de su Distrito electoral, Ayuntamiento o Estado, sino por saltar de un puesto a otro, como parte de la modalidad "chapulín", desarrollada por los grandes capos de la política mexicana para evitar que cualquier funcionario público deba su cargo a los ciudadanos que desean premiar la eficacia de su mandato, reeligiéndolos para un periodo inmediato. Los jefes políticos de la anterior Cámara de Diputados volvieron a excluir la reelección inmediata de los diputados al hacer la última reforma política y a bloquear cualquier intento de obligar al Poder Legislativo a rendir cuentas sobre sus multimillonarios ingresos (más de 10 mil millones este último año en el Congreso federal y casi 900 millones en el local), o de cambiar la forma en que elaboran las iniciativas de ley o reformas para que sean encargadas a especialistas apartidistas, en vez de a empleados incondicionales, lo cual evitaría que se legislara a favor de intereses particulares. Por eso los diputados y senadores llegan a sus puestos gracias a su obediencia y trabajo a favor de sus jefes políticos y de los poderes fácticos (cosa de ver la cantidad de legisladores relacionados con el duopolio televisivo), quienes premian su fidelidad asegurándoles una candidatura con altas probabilidades de ser ganada, o una curul por la vía plurinominal (Lujambio llegó por esta vía). Y por eso ahora, al revisar la lista de nuestros nuevos "representantes" en el Congreso de la Unión nos encontramos con personajes célebres -pero por oscura trayectoria-, o de absoluta ignorancia sobre el trabajo legislativo, como es el caso de la corredora Ana Gabriela Guevara, quien llegó a rendir protesta como senadora por el PT ¡a la Cámara de Diputados! Entonces, ¿quién tiene menos capacidad, dignidad y derecho, para ocupar una curul? ¿Los grandes capos de la política que controlan los partidos políticos y el Congreso federal, los legisladores que estarán atentos a cumplir los mandatos y encargos de dichos mandamases, o alguien que se sobrepone a la adversidad de una grave enfermedad? ¿O ninguno? Twitter: @IsabelSepulveda isasepulveda57@gmail.com